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Monseñor Oscar Sarlinga

Epifanía, tiempo para replantear la evangelización a todos los pueblos


Fuente Original: Radio Vaticana

Miércoles, 6 ene (RV).- Puntualmente, a las doce del mediodía, Benedicto XVI ha celebrado la gran fiesta de la Epifanía, el misterio de la Manifestación del Señor a todas las gentes, dirigiendo el rezo del Ángelus en la plaza de san Pedro ante miles de familias, con sus hijos, que poco antes habían asistido al paso de una cabalgata por la via della Conciliazione hasta el Vaticano.

El Papa ha manifestado que “los Magos venidos de Oriente llegaron a Jerusalén siguiendo una estrella”, interpretada “como el signo del nacimiento del Rey, del Mesías, anunciado por los profetas”. Pero tuvieron necesidad de las indicaciones de los sacerdotes y de los escribas para conocer exactamente el lugar hacia donde dirigir sus pasos, es decir, a Belén, la ciudad de David: “La estrella y las Sagradas escrituras fueron las dos luces que guiaron el camino de los Magos, los cuales aparecen como modelos de los auténticos buscadores de la verdad”.

Efectivamente, los magos, ha explicado el Pontífice, “eran sabios que escrutaban los astros y conocían la historia de los pueblos”. Eran hombres de ciencia que observaban el cosmos casi como si fuera “un gran libro lleno de signos y de mensajes divinos para el hombre”. Su saber, por tanto, lejos de considerarse autosuficiente, “estaba abierto a ulteriores revelaciones y llamadas divinas. Y no por ello se avergonzaban de pedir instrucciones a los jefes religiosos judíos”.

“Hubieran podido decir –ha señalado el Papa- lo hacemos solos, no tenemos necesidad de nadie, evitando así, según nuestra mentalidad moderna, cualquier tipo de ‘contaminación’ entre ciencia y la Palabra de Dios. Y en cambio, los magos escuchan las profecías y las acogen”.

De camino hacia Belén, los Magos -ha proseguido el Papa- ven de nuevo la estrella, como confirmando la “perfecta armonía entre investigación humana y la Verdad divina. Una armonía que llena de alegría sus corazones de auténticos sabios. El culmen de su itinerario se realiza cuando finalmente descubren al niño con María, su madre y se postran ante Él y lo adoran.

“Podrían haber quedado desilusionados o escandalizados y, en cambio, como verdaderos sabios, se manifiestan abiertos al misterio” que de manera sorprendente se presenta ante ellos. “Con sus dones simbólicos reconocen en Jesús al Rey y al Hijo de Dios”.

El Santo Padre ha destacado un último aspecto de “la unidad entre inteligencia y fe” en los Magos, en el hecho de que, advertidos por un sueño, no volvieron a ver a Herodes en Jerusalén, como hubiera sido natural anunciando y dando resonancia a su descubrimiento, sino que regresaron a sus países por otro camino.

Los Magos que han elegido como su soberano al Niño-Dios lo custodian escondiéndolo, siguiendo el estilo de María, o mejor, de Dios mismo, y así como habían aparecido, desaparecen en el silencio, apagados, cambiados por el encuentro con la Verdad. Habían descubierto un nuevo rostro de Dios, una nueva realeza: “la del amor”.

Después del rezo mariano del Ángelus, Benedicto XVI ha saludado en diversas lenguas dirigiendo en primer lugar una felicitación particular a los hermanos y hermanas de las Iglesias de Orientales que celebran mañana la Santa Navidad. “Que el misterio de luz sea fuente de alegría y de paz para toda familia y comunidad”, ha dicho el Papa.

Oigamos a continuación el saludo en español: “Saludo con afecto a los peregrinos de lengua española presentes en esta oración mariana. La Iglesia celebra hoy la solemnidad de la Epifanía del Señor, la manifestación del Mesías a todos los pueblos. San Mateo nos narra en su evangelio como unos personajes, venidos de Oriente, son guiados por una estrella hasta Belén y, adorando al Niño Jesús, le reconocen como el único Salvador del Mundo. Queridos hermanos, os invito a imitar la obediencia de estos Magos que, gracias a su docilidad a la acción providente de Dios, pudieron recibir la luz sin ocaso: Cristo, el Señor. Feliz fiesta de la Epifanía. Muchas gracias”.

EPIFANIA DEL SEÑOR
SOLEMNIDAD
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EVANGELIO

Lectura del santo Evangelio según san Mateo
2, 1-12

Cuando nació Jesús, en Belén de Judea, bajo el reinado de Herodes, unos magos de Oriente se presentaron en Jerusalén y preguntaron: « ¿Dónde está el rey de los judíos que acaba de nacer? Porque vimos su estrella en Oriente y hemos venido a adorarlo.»
Al enterarse, el rey Herodes quedó desconcertado y con él toda Jerusalén. Entonces reunió a todos los sumos sacerdotes y a los escribas del pueblo, para preguntarles en qué lugar debía nacer el Mesías. «En Belén de Judea, le respondieron, porque así está escrito por el Profeta: Y tú, Belén, tierra de Judá, ciertamente no eres la menor entre las principales ciudades de Judá, porque de ti surgirá un jefe que será el Pastor de mi pueblo, Israel.»
Herodes mandó llamar secretamente a los magos y después de averiguar con precisión la fecha en que había aparecido la estrella, los envió a Belén, diciéndoles: «Vayan e infórmense cuidadosamente acerca del niño, y cuando lo hayan encontrado, avísenme para que yo también vaya a rendirle homenaje.»
Después de oír al rey, ellos partieron. La estrella que habían visto en Oriente los precedía, hasta que se detuvo en el lugar donde estaba el niño. Cuando vieron la estrella se llenaron de alegría, y al entrar en la casa, encontraron al niño con María, su madre, y postrándose, le rindieron homenaje. Luego, abriendo sus cofres, le ofrecieron dones: oro, incienso y mirra. Y como recibieron en sueños la advertencia de no regresar al palacio de Herodes, volvieron a su tierra por otro camino.

Palabra del Señor

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