Se realizó la VII Misión Juvenil Diocesana en Capilla del Señor
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Pintura de Santa Teresita del Niño Jesús que hizo Sor Genoveva de la Santa Faz (Celina), para el momento de la beatificación de su hermana. Esto es, viene de mano de alguien que no sólo la conocía mucho, sino que conocía la expresión de su rostro, el brillo de sus ojos.
La santa de los anawin, los sencillos, los pequeños, los pobres de Yahweh, los que derraman en el Padre toda la dulzura de su corazón y toda la amargura que pudieron infliglirles. Los pobres de Yahweh son los que descorren el velo, desvelan, la revelación cumplida en Cristo.
Un santo, una santa, es un ser humano que “escuchó”, que acogió en sí la voz de Jesús, el cual se hizo pequeño hasta igualarse con nuestra pequeñez, y aún se abajó, se anonadó, hasta la ignominia de la Cruz (Cf. Fil. 2, 7-8); un santo es un ser humano que aprendió de Cristo, que se hizo pobre, cuando era la riqueza misma (Cf. 2 Cor. 8, 9), que se hizo hermano de todos, al punto que pudo definirse como «el Hijo del hombre» (Mt. 8, 20ss) y fue considerado socialmente como el «Hijo del carpintero» (Mt. 13, 55).
Un santo, una santa, es alguien que, como Jesús, derrama sobre el Padre tanto la amargura como la dulzura que coexisten en su corazón, puesto en contacto ya sea con hombres injustos, rebeldes e impíos, como con hombres fieles y que viven la piedad. Como Cristo, un santo desvela el plan secreto de la revelación: «Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y a los prudentes, y lo has revelado a los sencillos. Sí, Padre, porque así lo has querido» (Mt. 11, 25-26).
Quienes crean que la santidad tenga al milagro como manifestación más común o especial, más bien se equivocan. Los milagros han existido y existen. El milagro puede verificarse, y constituir un signo manifiesto de virtud, de carismas extraordinarios y si se verifica es signo de santidad, y por consiguiente se hace meritorio de honra y confianza.
Pero la santidad es más bien a ser buscada en otras manifestaciones, las cuales exigen en el observador unas particulares condiciones de espíritu: se la debe buscar en la semejanza con Cristo, el Modelo, el Maestro, el verdadero Santo, que un ser humano santo refleja en sí y a través de sí. Por eso, el culto de veneración a los santos no es otra cosa que una “búsqueda de Cristo” a través de algunos de sus seguidores, más fieles y favorecidos.
Santa Teresita fue fiel, “es” fiel por la eternidad, porque vive en el seno de la Trinidad Santísima, junto a la Virgen María, los ángeles, y la nube inmensa de testigos que son los santos.
Ruega por nosotros.
Oscar Sarlinga
La espléndida imagen del Sagrado Corazón de Jesús, en parroquia de Lima, Zárate. Un patrimonio religioso cultural diocesano. |
Carta de Mons. Oscar Sarlinga a los fieles de la diócesis
EL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS
En el seno de la Trinidad, San Luis Rey de Francia y Santa Juana de Arco reciben a Santa Teresita del Niño Jesús. En el Santuario de Santa Teresita del Niño Jesús, de Lisieux, Francia. |
En este día en que pedimos por la Paz, en unión con nuestro Papa Francisco, que ha convocado a la Iglesia a la Jornada de oración y ayuno, recordamos un punto de una homilía de Mons. Obispo Oscar (cuando era Obispo titular de Uzali y auxiliar de Mercedes-Luján) sobre la PAZ en la regla de San Benito, en la festividad del Santo, el 11 de julio de 2005.
Link:
Texto completo:
SOLEMNIDAD DE SAN BENITO
Homilía de monseñor Oscar Domingo Sarlinga Obispo titular de Uzali y auxiliar de Mercedes-Luján, en la solemnidad de San Benito Abad
(Abadía de San Benito de Luján, 11 de julio de 2005)
Querido Padre Abad y hermanos de esta venerable comunidad monástica
Queridos sacerdotes, diácono, hermanos todos en el Señor
Constituye una gran alegría para quien les habla el celebrar hoy la solemnidad de San Benito Abad, en ésta, su Casa de Luján, a los pies de la Virgen Santísima que, en su advocación mediante la cual es Patrona de la Argentina, nos protege y guía en nuestro caminar. Agradezco de corazón al Padre Abad la invitación y a todos ustedes el afecto y acompañamiento espiritual.
I. VIDA DEL SANTO “BENEDICTUS”
El Papa San Gregorio Magno habla del Santo cuya fiesta celebramos, como de un “hombre verdaderamente insigne, digno de toda veneración”. Lo hace en “La vida de San Benito”, extraída del Segundo Libro de sus “Diálogos” (1). Dice allí también que se llamaba “Benedictus”, y que este hombre fue verdaderamente bendecido de nombre y de gracia, pues ya desde los primeros años de su niñez era “maduro” –es la palabra empleada– en sus costumbres, al punto de ser casi un “precursor” de su edad, llevando la delantera a la poquedad de su edad, si podemos expresarnos así, por la seriedad y madurez de sus costumbres. Nos narra asimismo el santo Papa que “Benedictus”, o Benito, hubiera podido disfrutar ampliamente de los gustos de este mundo, pero que, teniendo ante la vista los bienes celestiales, despreció a aquéllos como a flores secas y marchitas. Vemos todo un sentido proveniente de un acendrado don del discernimiento, fruto de la prudencia vivida ya desde la tierna edad, prudencia o “sabiduría de lo concreto, recta razón del obrar”, vivida como don y bendición, pues Benito era un elegido, “benedictus” para fundar vida religiosa, crear paz y civilización, atraer la bendición del Señor al mundo de entonces, y al actual.
Nacido de la noble familia de la región de Nursia, o Norcia, en italiano, sus padres pensaron en hacerlo estudiar y con ese fin lo mandaron a Roma, donde era más hacedero participar de los estudios literarios. Iniciando esta etapa nueva de su vida, una gran desilusión lo golpeó, y en esto se ve nuevamente el don de discernimiento que lo adornaba. En dicho lugar de estudios encontró jóvenes que estaban en cosas totalmente diversas que en los caminos de la virtud. Sigue narrándonos San Gregorio Magno que nuestro Santo discernió bien los tiempos: “Acababa de poner un pie en el umbral del mundo; lo retrajo inmediatamente atrás. Había entendido que incluso una parte de aquella ciencia mundana habría sido suficiente para precipitarlo entero en los abismos” (2) Abandonó, pues, los estudios, y también la casa y los bienes paternos, a la búsqueda de un hábito de vida que lo hiciera consagrado al Señor. Señala nuevamente San Gregorio Magno que “(…) le ardía en el corazón una única ansia: la de agradar sólo a Él”, al Señor. En efecto, había aprendido a fondo, y en el alma, la ciencia de Dios. Y así fue cultivador de civilización: ingeniero y arquitecto de monasterios, restaurador de la cultura, creador de paz, cultor de la vida monástica como comunidad de Amor realizado, a imagen de la Trinidad: la ciencia de Dios en contemplación y acción.
II. LA PAZ EN LA REGLA DE SAN BENITO
En el “Prólogo” de la Regla, San Benito sienta las bases de la paz del alma y de la comunidad: “Cuando el Señor busca su operario entre la multitud, insiste diciendo: “¿Quién es el hombre que quiere la vida y arde del deseo de ver días felices?”. Si a estas palabras tu respondes: “Yo”, Dios replicará: “Si quieres tener la vida, la verdadera y eterna, guarda tu lengua del mal y tus labios de la mentira. Aléjate de la iniquidad, obra el bien, busca la paz y corre tras ella”. Si obran así, volveré mis ojos a ustedes y mis oídos escucharán las plegarias de ustedes. Más aun, antes que me invoquen, les diré: “Aquí estoy””. Están aquí asentadas también las bases divinas de los instrumentos humanos de las buenas obras, que presenta en el capítulo IV: “Cumplir cotidianamente los mandamientos de Dios. Amar la castidad, no odiar a nadie, no ser celoso, no cultivar la envidia, no amar las peleas, huir de la altivez y respetar a los ancianos, amar a los jóvenes, orar por los enemigos en el amor de Cristo, en la eventualidad de un conflicto con un hermano, establecer la paz antes de la caída del sol. Y no desesperar jamás de la misericordia de Dios”. Por supuesto que todo el “ars spiritualis” encuentra aquí su condensación. Es el arte, dado por gracia, de buscar la paz, la que emerge de un corazón purificado y hace feliz al mismo corazón, el cual representa toda la interioridad específicamente humana del hombre. Es arte que también hace felices a los demás. El corazón purificado se transforma, entonces, en una “bendición” para los otros, ayudándolos también a ser “benditos”. Bendición de la Paz, un gran anhelo de la humanidad actual.
En este orden de la Paz, permítaseme decir que resulta muy significativo que el primer Papa elegido en los inicios de este tercer Milenio al que nos condujera el gran Papa Juan Pablo II, el actual Pontífice Benedicto XVI, en el siglo Joseph Ratzinger, haya elegido, precisamente, el nombre de “Benedictus”. Nomen est omen, “el nombre es un presagio”, decían los antiguos, y el hecho del nombre papal remite por entero a la deseada Paz, remontándose a san Benito y a sus predecesores del mismo nombre, en especial Benedicto XV. Nos dice al respecto un autor: “El nombre “Benedicto” (Benito), que ha tomado el primer Sumo Pontífice elegido en el tercer milenio de la era cristiana, remite en primer lugar a san Benito de Nursia, el cual introdujo en Europa una propuesta compartida y activa de vida contemplativa diversa del anacoretismo y del estilitismo (…). En particular, la propuesta de san Benito apoya la vida espiritual en dos sólidas rocas: la lex orandi (ley de la oración) y la lex laborandi (la ley del trabajo), que se remontan directamente a los fundamentos originarios del Verbo y del amor, los cuales unidos, forman la divina Comunidad trinitaria, la cual, a su vez, es impulso y modelo para las comunidades cristianas” (3). Al mismo tiempo, como dijimos, la evocación del inmediato predecesor del mismo nombre, Benedicto XV dicen mucho acerca de un propósito de Paz: fue el Papa que todo lo intentó para conjurar los malvados y deletéreos efectos de la primera guerra mundial, el que todas las obras puso en acción para ayudar a la humanidad en horas aciagas; fue un Papa de la paz, de las misiones, de la promoción de la Sagrada Escritura, de la unidad de la Iglesia. Nomen est omen.
III. LA PAZ EN LA SOCIEDAD CIVIL, SEGÚN EL CONCEPTO DE SAN BENITO
La paz del corazón y de los corazones tiene su efecto en la sociedad civil. El Papa Pablo VI, de feliz memoria, hace una alusión a la construcción de la paz en la sociedad contemporánea, sobre el modelo benedictino de la fe y de la unidad, que tanto dio a Europa y a la civilización cristiana en el mundo. Se refiere a ello en 1964, en la homilía de la consagración de la iglesia de Montecassino, con motivo de la reconstrucción obrada luego de los estragos causados en la segunda guerra mundial.
Decía en ese momento el Santo Padre: “El hecho es tan grande e importante que toca a la existencia y la consistencia de nuestra vieja y siempre vital sociedad, hoy tan necesitada de alcanzar linfa nueva a las raíces de donde obtuvo su vigor y su esplendor, esto es, las raíces cristianas, que san Benito tanto le ofreció y alimentó con su espíritu (…) No ya porque se deba pensar a un nuevo Medioevo caracterizado por la actividad dominante de la Abadía Benedictina, pues un rostro muy diverso posee nuestra sociedad, con sus centros culturales, industriales, sociales y deportivos, sino por dos razones que hacen todavía desear la austera y suave presencia de san Benito entre nosotros: por la fe, que él y su orden predicaron en la familia de los pueblos (…) la fe cristiana, la religión de nuestra civilización, la de la santa Iglesia, madre e maestra de los pueblos; y por la unidad, para la cual el gran Monje solitario y social nos educó como hermanos (…) Fe y unidad: qué cosa mejor podremos desear e invocar para el mundo entero (…) Qué cosa de más moderno y de más urgente?. Y qué cosa de más necesario y útil para la paz?” (4)
La sociedad actual requiere ser construida en paz. La paz es don de Dios pues Cristo es nuestra paz. La paz construye la familia, la comunidad, la sociedad, la Iglesia. Volvemos aquí a la esencia misma del evangelio en su vertiente de conducta moral personal y comunitaria, resumida, si podemos decir así, en el capítulo IV de la Regla de San Benito, que hemos citado. La humanidad tiene urgencia de recibir una nueva evangelización, nueva en su ardor, nueva en sus métodos y nueva en sus modos de expresión, como nos lo pidiera en su momento el Papa Juan Pablo II. La humanidad tiene gran necesidad de un nuevo humanismo cristiano, integral y solidario, plenamente trascendente y a la vez plenamente humano. La humanidad tiene necesidad, por fin, de la Ciudad de Dios, que haga base en esta Ciudad de la tierra, para transformarla desde dentro, con la esperanza activa de la patria del Cielo que nos espera todo, donde ya no habrá dolor y veremos a Dios cara a cara, transfigurados.
En la espera de esa vida eterna, construyamos esta patria terrena en la Paz. Con este maravilloso fin, “sancta Crux sit nobis lux”. Y la Virgen Madre nos guíe en este caminar.
Notas:
(1) San Gregorio Magno, Libro II° dei “Dialoghi” (Testo integrale) Traduzione a cura dei PP. Benedettini di Subiaco, pubblicato nella collana “Spiritualità nei secoli” di Città Nuova Editrice, Prólogo.
(2) Ibidem
(3) D. VENERUSO, El nombre de Benedicto XVI. Una fuente de indicaciones valiosas para la vida espiritual de todo el pueblo de Dios, in: L’Osservatore Romano, Ed. en lengua española, N. 18, 6 de mayo de 2005, p. 6 (242).
(4) Pablo VI, Homilía del Santo Padre con motivo de la consagración de la iglesia del Archicenobio de Montecassino, del sábado 24 de octubre de 1964, Fiesta del Arcángel San Rafael.
Mons. Oscar Domingo Sarlinga, obispo auxiliar de Mercedes-Luján
El sábado 7 nos unimos a la jornada de oración y ayuno a la que nos ha convocado el Papa Francisco, por la paz en Siria, en el Medio Oriente y en todo el mundo, en las vísperas de la Natividad de la Santísima Virgen María, Reina de la Paz.
Mons. Oscar Sarlinga convoca a la oración y ayuno “en comunión” con el pedido del Papa. ORACIÓN Y AYUNO POR LA PAZ.
En la iglesia catedral de Santa Florentina de Campana, en el Seminario diocesano “San Pedro y San Pablo”, en Belén de Escobar, en Pilar, en Presidente Derqui, en Zárate y en otras ciudades de la diócesis se tendrán tiempos especiales de oración y actos simbólicos.
En Campana, donde asistirá nuestro Obispo, tendremos la misa el sábado a las 19 y desde allí en adelante la Hora Santa con adoración al Santísimo hasta las 23, y desde esa hora hasta las 24, procesión con antorchas, desde el atrio del conjunto catedralicio, culminando con la bendición con el Santísimo.
Paloma con el olivo, signo de la Paz. |
El templo parroquial de San Manuel Mártir, en La Lonja, Pilar. |
San Josemaría Escrivá de Balaguer |
Bendición de sagrada imagen de San Josemaría Escrivá de Balaguer |
Bendición de la imagen de San Pío de Pietrelcina |
Momento de la concelebración. |
San Pío de Pietrelcina |