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Monseñor Oscar Sarlinga

Se realizó la VII Misión Juvenil Diocesana en Capilla del Señor

Desde el viernes 4 al domingo 6 de octubre se llevó a cabo la séptima edición de la Misión Juvenil Diocesana en Capilla del Señor, partido de Exaltación de la Cruz. Éste encuentro convoca a todos los jóvenes de parroquias, movimientos y grupos misioneros de la diócesis de Zárate – Campana una vez por año en un partido distinto de la diócesis para llevar a cabo un “gesto misionero”. Durante estos días aproximadamente 600 jóvenes venidos de los 7 partidos que conforman la diócesis visitaron casas, hospitales, hogares de ancianos, hogares de niños, bomberos voluntarios, policía federal y otras instituciones de la ciudad con el objeto de hacer viva la Palabra de Dios en el amor expresado como el acompañamiento hacia quienes se encuentran mas alejados o mas necesitados de Cristo.
 
 
 
 
 
El viernes a la tarde los jóvenes comenzaron a llegar a la ciudad de Capilla del Señor y fueron recibidos en la Parroquia Exaltación de la Cruz donde el presbítero Hugo Lovatto, delegado de la Pastoral de Juventud y Vocacional, presidió la misa de inicio. Durante el sábado los jóvenes llevaron a cabo la mayor parte de visita a las casas durante toda la mañana y la tarde, siendo recibidos por las familias y compartiendo experiencias. Además del centro de Capilla del Señor, se visitaron varios barrios, los pueblos de Diego Gaynor, Parada Robles, Pavón y Parque Sakura en Los Cardales. A la noche se realizó el tradicional evento musical con presentaciones de bandas en vivo en la plaza del centro de la ciudad y participación de toda la comunidad. El domingo, luego de mas visitas a las casas e instituciones de la ciudad, la misión concluyó con la santa misa presidida por el Obispo Monseñor Oscar Sarlinga, acompañado por sacerdotes, diáconos, seminaristas, jóvenes, amigos y familias. En ésa misa varios de los seminaristas fueron admitidos y recibieron ministerios, indicando con ellos el camino hacia el sacerdocio.
Desde el 2007 hasta el día de hoy la Misión Juvenil Diocesana organizada por la Pastoral de Juventud y Vocacional ha visitado los 7 partidos de la diócesis: comenzó por Baradero, luego Escobar, Campana, San Antonio de Areco, Pilar, Zárate y, éste año, en Capilla del Señor, partido de Exaltación de la Cruz.
 
 
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1ro de octubre. Fiesta de Santa Teresita del Niño Jesús.

Pintura de Santa Teresita del Niño Jesús que hizo Sor Genoveva de la Santa Faz (Celina), para el momento de la beatificación de su hermana. Esto es, viene de mano de alguien que no sólo la conocía mucho, sino que conocía la expresión de su rostro, el brillo de sus ojos.

La santa de los anawin, los sencillos, los pequeños, los pobres de Yahweh, los que derraman en el Padre toda la dulzura de su corazón y toda la amargura que pudieron infliglirles. Los pobres de Yahweh son los que descorren el velo, desvelan, la revelación cumplida en Cristo.

Un santo, una santa, es un ser humano que “escuchó”, que acogió en sí la voz de Jesús, el cual se hizo pequeño hasta igualarse con nuestra pequeñez, y aún se abajó, se anonadó, hasta la ignominia de la Cruz (Cf. Fil. 2, 7-8); un santo es un ser humano que aprendió de Cristo, que se hizo pobre, cuando era la riqueza misma (Cf. 2 Cor. 8, 9), que se hizo hermano de todos, al punto que pudo definirse como «el Hijo del hombre» (Mt. 8, 20ss) y fue considerado socialmente como el «Hijo del carpintero» (Mt. 13, 55).

Un santo, una santa, es alguien que, como Jesús, derrama sobre el Padre tanto la amargura como la dulzura que coexisten en su corazón, puesto en contacto ya sea con hombres injustos, rebeldes e impíos, como con hombres fieles y que viven la piedad. Como Cristo, un santo desvela el plan secreto de la revelación: «Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y a los prudentes, y lo has revelado a los sencillos. Sí, Padre, porque así lo has querido» (Mt. 11, 25-26).

Quienes crean que la santidad tenga al milagro como manifestación más común o especial, más bien se equivocan. Los milagros han existido y existen. El milagro puede verificarse, y constituir un signo manifiesto de virtud, de carismas extraordinarios y si se verifica es signo de santidad, y por consiguiente se hace meritorio de honra y confianza.

Pero la santidad es más bien a ser buscada en otras manifestaciones, las cuales exigen en el observador unas particulares condiciones de espíritu: se la debe buscar en la semejanza con Cristo, el Modelo, el Maestro, el verdadero Santo, que un ser humano santo refleja en sí y a través de sí. Por eso, el culto de veneración a los santos no es otra cosa que una “búsqueda de Cristo” a través de algunos de sus seguidores, más fieles y favorecidos.

Santa Teresita fue fiel, “es” fiel por la eternidad, porque vive en el seno de la Trinidad Santísima, junto a la Virgen María, los ángeles, y la nube inmensa de testigos que son los santos.

Ruega por nosotros.

Oscar Sarlinga

Los Santos Arcángeles. 29 de septiembre.

"Feliz memoria de los siete príncipes de los ángeles".

Óptimo libro del Padre Serrano, de la Compañía de Jesús. Épocas de oro de la Modernidad irradiante de fe, abierta en amor difusivo y constructivo.
Aquí pueden leer en google.books la obra insigne del Padre Andrés Serrano, S.I. sobre los santos arcángeles.
http://books.google.com.ar/books

De izquierda a derecha: el arcángel Rafael (con el joven Tobías), el arcángel Miguel (que pisa al dragón) y el arcángel Gabriel, con la vara de azucenas (porque anunció a María).

Para memoria y presente: nuestra diócesis está consagrada al Sagrado Corazón de Jesús.

La consagración tuvo lugar el 9 de mayo de 2009.

La espléndida imagen del Sagrado Corazón de Jesús, en parroquia de Lima, Zárate.
Un patrimonio religioso cultural diocesano.


Carta de Mons. Oscar Sarlinga a los fieles de la diócesis

EL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS

Queridos hermanos y hermanas de esta diócesis de Zárate-Campana. Quienes vamos a participar de la celebración del 9 de mayo llevamos en el corazón a todos nuestros hermanos de nuestra querida diócesis, de entre las distintas áreas geográficas que la componen, los partidos de Belén de Escobar, Campana, Zárate, Baradero, Pilar, Exaltación de la Cruz y San Antonio de Areco. 
El 9 de mayo tendrá lugar esta fiesta diocesana, luego de tres años de misión permanente en prácticamente todas las parroquias, y esperamos constituya para nosotros un momento privilegiado para unirnos con Cristo en su Sagrado Corazón, y para unir, en la comunión de los santos, a todos nuestros seres queridos, y también a quienes no amamos tanto, pues, «todos los hombres -como recuerda el Concilio- están llamados a esta unión con Cristo, que es la luz del mundo”(1).
Gozosamente recordamos la promesa del Señor, el Todopoderoso, en celebración anunciada de la Virgen de Luján (“cuya humilde imagen de la Limpia y Pura Concepción” ha querido quedarse con nosotros, en estas regiones). Él Dios de la Vida nos dijo: “Yo les daré un corazón nuevo...” (Ez 36, 26). La promesa del «corazón nuevo» se cumplió de modo máximo en el Corazón del Hijo del hombre, Jesucristo, en el cual está como «condensada» nuestra fe en el Hijo del Dios vivo, el Hijo del Dios Bendito, pues, como nos lo expresara el Santo Padre Benedicto XVI: “(…) el Corazón de Cristo es símbolo de la fe cristiana, particularmente amado tanto por el pueblo como por los místicos y los teólogos, pues expresa de una manera sencilla y auténtica la "buena noticia" del amor, resumiendo en sí el misterio de la encarnación y de la Redención”(2). 
Nuestro pueblo creyente profesa una especial devoción al Sagrado Corazón. Esto significa que es un aspecto fundamental de la piedad popular. En la pastoral, tenemos que cuidar a esta última como un tesoro, alentándola, profundizándola, encauzándola. Ella será un instrumento privilegiado de esa «conversión pastoral» que nos pide el Documento de Aparecida (3). ¿Por qué? –podremos preguntarnos- Porque, creo, el «corazón» (en sentido bíblico), es también el «centro de la conversión» que Dios desea, de nuestra parte, y asimismo es el centro donde Dios quiere entrar en la intimidad humana, quitando de ella escoria y miserias (las del «hombre viejo» de San Pablo), para darnos Misericordia, en el sentido como lo profetizara Ezequiel: “Yo quitaré de ustedes el corazón de piedra y les daré un corazón de carne” (Ez 36, 26). 
Corazón de carne, que mucho nos hace falta, y no de piedra, es un corazón que tiene sensibilidad humana, que es sede del sentido común y de los buenos sentimientos hacia los demás, y que por sobre todo es capaz de dejarse penetrar por el soplo del Espíritu Santo (Cf Ez 36, 26-27), sin rechazar la acción poderosa de Aquél que es «el Alma de la Iglesia». 
Jesucristo nos entregó su Espíritu a cada uno de nosotros, y por la acción de ese mismo Espíritu reactualiza dicha entrega de su Corazón traspasado. Porque cuando Cristo entregó su espíritu en las manos del Padre (cf. Lc 23, 46), vinieron los soldados, y viendo que estaba muerto “(…) uno de los soldados le traspasó con su lanza el costado, y enseguida brotaron sangre y agua” (Jn 19, 32-34). 
En ese momento, ya la Iglesia y el mundo recibieron al Espíritu de Consuelo, como «un Pentecostés nacido del costado abierto». Juan Pablo II reflexionaba sobre ese momento y nos decía: “(…) en adelante, Él envía el Espíritu de verdad. El agua que brota de su costado traspasado es el signo del Espíritu Santo: Jesús había anunciado a Nicodemo el nuevo nacimiento “del agua y del Espíritu”. Las palabras del Profeta se cumplen, “Yo les daré un corazón nuevo, pondré en ustedes un espíritu nuevo” (4). Por ese mismo motivo nuestro Santo Padre Benedicto XVI tomó como punto de partida de su encíclica sobre el Amor, el Corazón traspasado de Cristo (5). 
En nuestra consagración, estaremos lejos de realizar algo «novedoso», al menos como entiende la palabra lo que podríamos llamar cierta «cultura de la información al instante». Ya en 1899, el Papa León XIII (6) consagró el género humano, esto es, toda la humanidad, al Sagrado Corazón de Jesús. Muchos países, naciones, diócesis están consagradas al Sagrado Corazón. Luego de la visita a nuestra diócesis de las reliquias de Santa Margarita María Alacoque, y en sintonía fraterna con la Basílica del Sagrado Corazón de Paray-le-Monial, en Francia, nos ha parecido, en el Espíritu, hacer este gesto, impulsados a “(…) dar gracias «al que nos ama y nos ha librado de nuestros pecados por su sangre, nos ha convertido en un reino y hecho sacerdotes de Dios, su Padre» (Ap 1,5-6)” (7) con una consagración especial.
De tal modo, unidos en un solo corazón y una sola alma con los hermanos y hermanas de esta Iglesia particular, queremos reafirmar ante el mismo Jesucristo, nuestra voluntad de ser cada día más una Iglesia eucarística, unida al Santo Padre, Vicario de Cristo, una Iglesia mariana, misionera, en estado de misión, entregada a quienes más lo necesitan y a la promoción integral del ser humano. 
Como lo afirmaba Juan Pablo II, hay una gran relación entre la consagración al Sagrado corazón y la misión: “La consagración así entendida se ha de poner en relación con la acción misionera de la Iglesia misma, porque responde al deseo del Corazón de Jesús de propagar en el mundo, a través de los miembros de su Cuerpo, su entrega total al Reino, y unir cada vez más a la Iglesia en su ofrenda al Padre y en su ser para los demás” (8).
¿Cómo no relacionar este hecho con el Año Paulino Jubilar?. Al re-asumir, una vez más, y a los pies de la Virgen de Luján, la dimensión misionera de toda la pastoral, significará para todos nosotros una gran bendición.
Si miramos con atención, veremos que nuestro mundo de hoy es «maravilloso y dramático». ¿Qué lo podría verdaderamente transformar?. Creo que será una renovación del corazón humano el que, a su vez, lo renovará, con la ayuda de la Gracia. El Concilio Vaticano II constataba que «los desequilibrios que sufre el mundo moderno están relacionados con aquel otro desequilibrio más fundamental que tiene sus raíces en el corazón del hombre», y la fe descubre felizmente que «el misterio del hombre sólo se esclarece en el misterio del Verbo encarnado» (9). 
Ofrezcamos al Corazón del Verbo hecho carne, con sinceridad y sencillez, nuestros corazones, nuestros hogares, nuestras familias y comunidades, nuestras parroquias, asociaciones de fieles, movimientos, centros de caridad institucionalizada y promoción humana, escuelas, universidades, talleres, toda nuestra vida diocesana, en esta maravillosa y oportuna ocasión “(…) para presentar el Corazón de Jesús, «hoguera ardiente de caridad, (...) símbolo e imagen expresiva del amor eterno con el que “Dios tanto amó el mundo que le dio su Hijo unigénito” (Jn 3, 16)»” (10).
El Señor Misericordioso los bendiga y los proteja siempre, con la intercesión de la Santísima Virgen de Luján, nuestra Patrona, con su manto celeste y blanco, colores del cielo y de nuestro ser argentino.
Quien los quiere con el alma y es el Pastor de ustedes, en Cristo Jesús,
+Oscar, Obispo de Zarate-Campana

Sábado 18 de abril de 2009, en las Vísperas del Domingo de la Divina Misericordia
(1) CONC. ECUM. VAT. II, Const. dogm. Lumen gentium, 3.
(2) BENEDICTO XVI, El decálogo del Corazón de Jesús, según Benedicto XVI- Junio mes del Sagrado Corazón CIUDAD DEL VATICANO, sábado, 7 junio 2008, n. I. El domingo 1 de junio, en sus palabras previas al rezo del Ángelus, el Papa Benedicto XVI habló de la devoción al Sagrado Corazón de Jesús.
(3) CONSEJO EPISCOPAL LATINOAMERICANO, Vta. Conferencia, Documento de Aparecida, n. 174.
(4) JUAN PABLO II, Peregrinación a Francia, Homélie du Pape Jean Paul II, Paray-le-Monial (France), 5 octobre 1986, n. 7.
(5) “En mi primera encíclica sobre el tema del amor, el punto de partida ha sido precisamente la mirada dirigida al costado traspasado de Cristo, del que habla Juan en su Evangelio (Cf. Jn 19,37)” (BENEDICTO XVI, Enc. Deus Caritas est, 12).
(6) LEÓN XIII, Encíclica Annum sacrum (25 de mayo de 1899: Leonis XIII P. M. Acta, XIX [1899] 71-80).
(7) “Esa consagración es debida a Cristo Redentor del género humano, por lo que él es en sí y por cuanto ha hecho por todos los hombres. El creyente, al encontrar en el Sagrado Corazón el símbolo y la imagen viva de la infinita caridad de Cristo, que por sí misma nos mueve a amarnos unos a otros, no puede menos de sentir la exigencia de participar personalmente en la obra de la salvación” (JUAN PABLO II, El cristianismo, religión del amor, Mensaje de Juan Pablo II, Varsovia, en la fiesta del Sagrado Corazón, 11 de junio de 1999 en el Centenario de la consagración del género humano al Sagrado Corazón realizada por León XIII).
(8) JUAN PABLO II, El cristianismo, religión del amor, Mensaje de Juan Pablo II, Varsovia, en la fiesta del Sagrado Corazón, 11 de junio de 1999 en el Centenario de la consagración del género humano al Sagrado Corazón realizada por León XIII
(9) CONC. ECUM. VAT. II, Const. past. Gaudium et spes, 22
(10) PABLO VI, Investigabiles divitias, 5: AAS 57 [1965] 268).

 

Preparándonos hacia la festividad de "Santa Teresita del Niño Jesús".

 Con Santa Teresita, San Luis Rey y Santa Juana de Arco, pedir la gracia de no ser "ladrones".

Pidamos, juntos, una "rosa espiritual" desde el día 21 (San Mateo) hacia la festividad de la santa doctora de la Iglesia. Rosa que impregne nuestras inquietudes, nuestras alegrias o tristezas. Rosas que llenen de salud a aquellos que sufren. Rosas de consuelo... tantas veces pienso cuánto, "enfrascados" o autorreferenciados en nuestros problemas e incluso nuestros dramas, o los dramas que nos crean, por el decurrir de los acontecimientos, o bien a propósito, podemos "robar" la oración de alabanza a la que estamos llamados, oración de intercesión, que haría tanto bien a los desconsolados, a los sufrientes, a los abandonados... Lo estoy pensando mucho. Arrojados sí, aventureros no. El mundo en que vivimos, "maravilloso y dramático" puede transformarse en "la caverna obscura" si no "salimos hacia". Nos acompañen dos "humildes" y "grandes" a los que les profeso devoción, San Luis Rey y Santa Juana de Arco (y resulta que profundizando en la vida de Santa Teresita, ella los admiraba y les rezaba, puede que porque fueran franceses, pero Juana de Arco no estaba canonizada en la época de nuestra santa del "pequeño camino"). En fin, rueguen por nosotros, que no seamos "ladrones" de la alabanza y la intercesión.
En el seno de la Trinidad, San Luis Rey de Francia y Santa Juana de Arco reciben a Santa Teresita del Niño Jesús.
En el Santuario de Santa Teresita del Niño Jesús, de Lisieux, Francia.

Jornada de oración y ayuno

En este día en que pedimos por la Paz, en unión con nuestro Papa Francisco, que ha convocado a la Iglesia a la Jornada de oración y ayuno, recordamos un punto de una homilía de Mons. Obispo Oscar (cuando era Obispo titular de Uzali y auxiliar de Mercedes-Luján) sobre la PAZ en la regla de San Benito, en la festividad del Santo, el 11 de julio de 2005.

Link:

http://www.aica.org/aica/

Texto completo:

SOLEMNIDAD DE SAN BENITO

Homilía de monseñor Oscar Domingo Sarlinga Obispo titular de Uzali y auxiliar de Mercedes-Luján, en la solemnidad de San Benito Abad

(Abadía de San Benito de Luján, 11 de julio de 2005)

Querido Padre Abad y hermanos de esta venerable comunidad monástica

Queridos sacerdotes, diácono, hermanos todos en el Señor

Constituye una gran alegría para quien les habla el celebrar hoy la solemnidad de San Benito Abad, en ésta, su Casa de Luján, a los pies de la Virgen Santísima que, en su advocación mediante la cual es Patrona de la Argentina, nos protege y guía en nuestro caminar. Agradezco de corazón al Padre Abad la invitación y a todos ustedes el afecto y acompañamiento espiritual.

I. VIDA DEL SANTO “BENEDICTUS”

El Papa San Gregorio Magno habla del Santo cuya fiesta celebramos, como de un “hombre verdaderamente insigne, digno de toda veneración”. Lo hace en “La vida de San Benito”, extraída del Segundo Libro de sus “Diálogos” (1). Dice allí también que se llamaba “Benedictus”, y que este hombre fue verdaderamente bendecido de nombre y de gracia, pues ya desde los primeros años de su niñez era “maduro” –es la palabra empleada– en sus costumbres, al punto de ser casi un “precursor” de su edad, llevando la delantera a la poquedad de su edad, si podemos expresarnos así, por la seriedad  y madurez de sus costumbres. Nos narra asimismo el santo Papa que “Benedictus”, o Benito, hubiera podido disfrutar ampliamente de los gustos de este mundo, pero que, teniendo ante la vista los bienes celestiales, despreció a aquéllos como a flores secas y marchitas. Vemos todo un sentido proveniente de un acendrado don del discernimiento, fruto de la prudencia vivida ya desde la tierna edad, prudencia o “sabiduría de lo concreto, recta razón del obrar”, vivida como don y bendición, pues Benito era un elegido, “benedictus” para fundar vida religiosa, crear paz y civilización, atraer la bendición del Señor al mundo de entonces, y al actual.

Nacido de la noble familia de la región de Nursia, o Norcia, en italiano, sus padres pensaron en hacerlo estudiar y con ese fin lo mandaron a Roma, donde era más hacedero participar de los estudios literarios. Iniciando esta etapa nueva de su vida, una gran desilusión lo golpeó, y en esto se ve nuevamente el don de discernimiento que lo adornaba. En dicho lugar de estudios encontró jóvenes que estaban en cosas totalmente diversas que en los caminos de la virtud. Sigue narrándonos San Gregorio Magno que nuestro Santo discernió bien los tiempos: “Acababa de poner un pie en el umbral del mundo; lo retrajo inmediatamente atrás. Había entendido que incluso una parte de aquella ciencia mundana habría sido suficiente para precipitarlo entero en los abismos” (2) Abandonó, pues, los estudios, y también la casa y los bienes paternos, a la búsqueda de un hábito de vida que lo hiciera consagrado al Señor. Señala nuevamente San Gregorio Magno que “(…) le ardía en el corazón una única ansia: la de agradar sólo a Él”, al Señor. En efecto, había aprendido a fondo, y en el alma, la ciencia de Dios. Y así fue cultivador de civilización: ingeniero y arquitecto de monasterios, restaurador de la cultura, creador de paz, cultor de la vida monástica como comunidad de Amor realizado, a imagen de la Trinidad: la ciencia de Dios en contemplación y acción.

II. LA PAZ EN LA REGLA DE SAN BENITO

En el “Prólogo” de la Regla, San Benito sienta las bases de la paz del alma y de la comunidad: “Cuando el Señor busca su operario entre la multitud, insiste diciendo: “¿Quién es el hombre que quiere la vida y arde del deseo de ver días felices?”. Si a estas palabras tu respondes: “Yo”, Dios replicará: “Si quieres tener la vida, la verdadera y eterna, guarda tu lengua del mal y tus labios de la mentira. Aléjate de la iniquidad, obra el bien, busca la paz y corre tras ella”. Si obran así, volveré mis ojos a ustedes y mis oídos escucharán las plegarias de ustedes. Más aun, antes que me invoquen, les diré: “Aquí estoy””. Están aquí asentadas también las bases divinas de los instrumentos humanos de las buenas obras, que presenta en el capítulo IV: “Cumplir cotidianamente los mandamientos de Dios. Amar la castidad, no odiar a nadie, no ser celoso, no cultivar la envidia, no amar las peleas, huir de la altivez y respetar a los ancianos, amar a los jóvenes, orar por los enemigos en el amor de Cristo, en la eventualidad de un conflicto con un hermano, establecer la paz antes de la caída del sol. Y no desesperar jamás de la misericordia de Dios”. Por supuesto que todo el “ars spiritualis” encuentra aquí su condensación. Es el arte, dado por gracia, de buscar la paz, la que emerge de un corazón purificado y hace feliz al mismo corazón, el cual representa toda la interioridad específicamente humana del hombre. Es arte que también hace felices a los demás. El corazón purificado se transforma, entonces, en una “bendición” para los otros, ayudándolos también a ser “benditos”. Bendición de la Paz, un gran anhelo de la humanidad actual.

En este orden de la Paz, permítaseme decir que resulta muy significativo que el primer Papa elegido en los inicios de este tercer Milenio al que nos condujera el gran Papa Juan Pablo II, el actual Pontífice Benedicto XVI, en el siglo Joseph Ratzinger, haya elegido, precisamente, el nombre de “Benedictus”. Nomen est omen, “el nombre es un presagio”, decían los antiguos, y el hecho del nombre papal remite por entero a la deseada Paz, remontándose a san Benito y a sus predecesores del mismo nombre, en especial Benedicto XV. Nos dice al respecto un autor: “El nombre “Benedicto” (Benito), que ha tomado el primer Sumo Pontífice elegido en el tercer milenio de la era cristiana, remite en primer lugar a san Benito de Nursia, el cual introdujo en Europa una propuesta compartida y activa de vida contemplativa diversa del anacoretismo y del estilitismo (…). En particular, la propuesta de san Benito apoya la vida espiritual en dos sólidas rocas: la lex orandi (ley de la oración) y la lex laborandi (la ley del trabajo), que se remontan directamente a los fundamentos originarios del Verbo y del amor, los cuales unidos, forman la divina Comunidad trinitaria, la cual, a su vez, es impulso y modelo para las comunidades cristianas” (3). Al mismo tiempo, como dijimos, la evocación del inmediato predecesor del mismo nombre, Benedicto XV dicen mucho acerca de un propósito de Paz: fue el Papa que todo lo intentó para conjurar los malvados y deletéreos efectos de la primera guerra mundial, el que todas las obras puso en acción para ayudar a la humanidad en horas aciagas; fue un Papa de la paz, de las misiones, de la promoción de la Sagrada Escritura, de la unidad de la Iglesia. Nomen est omen.

III. LA PAZ EN LA SOCIEDAD CIVIL, SEGÚN EL CONCEPTO DE SAN BENITO

La paz del corazón y de los corazones tiene su efecto en la sociedad civil. El Papa Pablo VI, de feliz memoria, hace una alusión a la construcción de la paz en la sociedad contemporánea, sobre el modelo benedictino de la fe y de la unidad, que tanto dio a Europa y a la civilización cristiana en el mundo. Se refiere a ello en 1964, en la homilía de la consagración de la iglesia de Montecassino, con motivo de la reconstrucción obrada luego de los estragos causados en la segunda guerra mundial.

Decía en ese momento el Santo Padre: “El hecho es tan grande e importante que toca a la existencia y la consistencia de nuestra vieja y siempre vital sociedad, hoy tan necesitada de alcanzar linfa nueva a las raíces de donde obtuvo su vigor y su esplendor, esto es, las raíces cristianas, que san Benito tanto le ofreció y alimentó con su espíritu (…) No ya porque se deba pensar a un nuevo Medioevo caracterizado por la actividad dominante de la Abadía Benedictina, pues un rostro muy diverso posee nuestra sociedad, con sus centros culturales, industriales, sociales y deportivos, sino por dos razones que hacen todavía desear la austera y suave presencia de san Benito entre nosotros: por la fe, que él y su orden predicaron en la familia de los pueblos (…) la fe cristiana, la religión de nuestra civilización, la de la santa Iglesia, madre e maestra de los pueblos; y por la unidad, para la cual el gran Monje solitario y social nos educó como hermanos (…) Fe y unidad: qué cosa mejor podremos desear e invocar para el mundo entero (…) Qué cosa de más moderno y de más urgente?. Y qué cosa de más necesario y útil para la paz?” (4)

La sociedad actual requiere ser construida en paz. La paz es don de Dios pues Cristo es nuestra paz. La paz construye la familia, la comunidad, la sociedad, la Iglesia. Volvemos aquí a la esencia misma del evangelio en su vertiente de conducta moral personal y comunitaria, resumida, si podemos decir así, en el capítulo IV de la Regla de San Benito, que hemos citado. La humanidad tiene urgencia de recibir una nueva evangelización, nueva en su ardor, nueva en sus métodos y nueva en sus modos de expresión, como nos lo pidiera en su momento el Papa Juan Pablo II. La humanidad tiene gran necesidad de un nuevo humanismo cristiano, integral y solidario, plenamente trascendente y a la vez plenamente humano. La humanidad tiene necesidad, por fin, de la Ciudad de Dios, que haga base en esta Ciudad de la tierra, para transformarla desde dentro, con la esperanza activa de la patria del Cielo que nos espera todo, donde ya no habrá dolor y veremos a Dios cara a cara, transfigurados.

En la espera de esa vida eterna, construyamos esta patria terrena en la Paz. Con este maravilloso fin, “sancta Crux sit nobis lux”. Y la Virgen Madre nos guíe en este caminar.

Notas:

(1) San Gregorio Magno, Libro II° dei “Dialoghi” (Testo integrale) Traduzione a cura dei PP. Benedettini di Subiaco, pubblicato nella collana “Spiritualità nei secoli” di Città Nuova Editrice, Prólogo.

(2) Ibidem

(3) D. VENERUSO, El nombre de Benedicto XVI. Una fuente de indicaciones valiosas para la vida espiritual de todo el pueblo de Dios, in: L’Osservatore Romano, Ed. en lengua española, N. 18, 6 de mayo de 2005, p. 6 (242).

(4) Pablo VI, Homilía del Santo Padre con motivo de la consagración de la iglesia del Archicenobio de Montecassino, del sábado 24 de octubre de 1964, Fiesta del Arcángel San Rafael.


Mons. Oscar Domingo Sarlinga, obispo auxiliar de Mercedes-Luján

Oración y Ayuno por la Paz

El sábado 7 nos unimos a la jornada de oración y ayuno a la que nos ha convocado el Papa Francisco, por la paz en Siria, en el Medio Oriente y en todo el mundo, en las vísperas de la Natividad de la Santísima Virgen María, Reina de la Paz.

Mons. Oscar Sarlinga convoca a la oración y ayuno “en comunión” con el pedido del Papa. ORACIÓN Y AYUNO POR LA PAZ.

En la iglesia catedral de Santa Florentina de Campana, en el Seminario diocesano “San Pedro y San Pablo”, en Belén de Escobar, en Pilar, en Presidente Derqui, en Zárate y en otras ciudades de la diócesis se tendrán tiempos especiales de oración y actos simbólicos.

En Campana, donde asistirá nuestro Obispo, tendremos la misa el sábado a las 19 y desde allí en adelante la Hora Santa con adoración al Santísimo hasta las 23, y desde esa hora hasta las 24, procesión con antorchas, desde el atrio del conjunto catedralicio, culminando con la bendición con el Santísimo.

Paloma con el olivo, signo de la Paz.

Misa dominical en la parroquia de San Manuel Mártir

En La Lonja, Pilar, para la bendición y entronización de las imágenes de San Josemaría Escrivá de Balaguer y de San Pío de Pietrelcina, en el templo parroquial.

El templo parroquial de San Manuel Mártir, en La Lonja, Pilar.
San Josemaría Escrivá de Balaguer
Bendición de sagrada imagen de San Josemaría Escrivá de Balaguer
Bendición de la imagen de San Pío de Pietrelcina
Momento de la concelebración.
San Pío de Pietrelcina