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Monseñor Oscar Sarlinga

Madre, junto con el Papa Francisco queremos ofrecerte hoy también todo nuestro mundo, todo nuestro ser.

 La verdadera "autoridad" y Santa María la Mayor

Basílica de Santa María la Mayor.
Hoy celebramos la dedicación de la Basílica de Santa María la Mayor, María, imagen perfecta de la Iglesia, y de la "auctoritas" -término que proviene de "augeo", hago crecer, doy cauce, engrandezco, es un significado parecido al hebreo "Yosef"; mirémoslo: lo parental. La "autoridad" nos "hace libres y responsables". Por eso, quisiera referirme hoy a este tema del que hasta ahora hemos conversado sólo tangencialmente: la "autoridad". Para el caso, sería incluso conveniente que adjudicáramos la relevancia espiritual que ha tenido esta Basílica en lo que lleva el Papa Francisco como Obispo de Roma, y lo que allí nos ha transmitido, como por ejemplo estos dos parágrafos con ocasión del rezo del rosario en dicho templo, el 4 de mayo. ¿Y qué tiene que ver la "autoridad"?. El Evangelio nos refiere que Jesús hablaba "como quien tiene autoridad". Autoridad, lejos de ser imposición, puede verse en su ser más profundo como "el hacer crecer", "el educar, en sentido de e.ducir", el "velar" porque aquellos que están encomendados a dicha "autoridad" crezcan fuertes, responsables, capaces de pro-tender hacia grandes ideales, a superar los problemas y a ser siempre fecundos de fe y de alegría". La autoridad, por fin, es "dadora de vida, física y espiritual" o no es autoridad, al menos no es "autoridad verdadera". No es fácil, y, no es el caso de extendernos, pero tengamos en cuenta que en esta temática entra a jugar -en lo psicológico, en lo práctico de cada día, y no menos en las profundidades de nuestro espíritu- el "rol parental". En nuestra historia, en la "chispa de eternidad" que hay en cada instante el llamado "rol parental", en realidad trasciende lo psicológico, y se remonta a lo profundamente humano, tiene que ver con la "pietas", piedad. Es decir, la autoridad tiene que ver, en cierto sentido, con la misión "del padre y de la madre", aunque no tomados literalmente, porque puede referirse al papá y a la mamá, pero también a los educadores, a la Iglesia, al estado, en cuanto promotor del bien común, y todo esto tiene mucho que ver con el principio de subsidiariedad, entendido como un principio de la teología moral de la Iglesia, y no sólo sociológicamente.
Pidamos al Señor a través de la Virgen María, esa Madre "que nos da la salud en el crecimiento, que nos da la salud de afrontar y superar los problemas, que nos da la salud de hacernos libres, para opciones definitivas". Y la gracia de soportar, sobrellevar, todos los aspectos "martiriales" de "ser autoridad" en cualesquiera de los órdenes de la vida, no por "grado" sino por misión... de sobrellevar y ser "testigo" sin desfallecer, y sin perder la esperanza, sino lo contrario, y, más aún, dando esperanza, y liberación.... Como suelo decirles, "el realismo de la esperanza", un realismo esperanzado y esperanzador.
Bendiciones en este día que la Virgen derrame hoy su intercesión piadosa sobre todos nosotros, para que nos consiga del Señor Jesús el don de perdonar, ser perdonados, y "mirar hacia adelante" y "salir a caminar".

+Oscar Sarlinga

Aquí están los dos textos del Papa Francisco que les mencioné, y que en parte cité:

“Una mamma aiuta i figli a crescere e vuole che crescano bene; per questo li educa a non cedere alla pigrizia - che deriva anche da un certo benessere -, a non adagiarsi in una vita comoda che si accontenta di avere solo delle cose. La mamma ha cura dei figli perché crescano sempre di più, crescano forti, capaci di prendersi responsabilità, di impegnarsi nella vita, di tendere a grandi ideali
(...) La Madonna fa proprio questo in noi, ci aiuta a crescere umanamente e nella fede, ad essere forti e non cedere alla tentazione dell’essere uomini e cristiani in modo superficiale, ma a vivere con responsabilità, a tendere sempre più in alto”. (Rosario a S. Maria Maggiore, 4 maggio 2013)

“La Salus Populi Romani è la mamma che ci dona la salute nella crescita, ci dona la salute nell’affrontare e superare i problemi, ci dona la salute nel renderci liberi per le scelte definitive; la mamma che ci insegna ad essere fecondi, ad essere aperti alla vita e ad essere sempre fecondi di bene, fecondi di gioia, fecondi di speranza, a non perdere mai la speranza, a donare vita agli altri, vita fisica e spirituale”. (Rosario a S. Maria Maggiore, 4 maggio 2013)

 

Feliz y Santo día a los Curas Párrocos y a los Sacerdotes

Hoy 4 de agosto, es el día del cura párroco. Se conmemora en esta fecha, en honor al Santo Cura de Ars, uno de los santos más populares en los últimos .En él se ha cumplido lo que dijo San Pablo: “Dios ha escogido lo que no vale a los ojos del mundo, para confundir a los grandes”.
Dios bendiga muy especialmente a todos los sacerdotes en este día, y recemos todos, para que tengan siempre presente, especialmente al momento de la prueba, que son instrumentos del Hijo del Altísimo, que es Dios mismo quien se vale de su humanidad, para hacer cosas grandiosas; hacer presente el Reino en la tierra.  La vida Crucificada en el Señor, confunde efectivamente a los grandes, y es Luz que irradia y da esperanza a este mundo oscurecido por el pecado
Dijo SAN JUAN MARÍA VIANNEY, el SANTO CURA de ARS: “Un buen pastor, un pastor según el corazón de Dios, es el tesoro más grande que el buen Dios puede conceder a una parroquia, y es uno de los dones más preciosos de la misericordia divina”
San Juan María Vianney, el Santo Cura de Ars
Historia de la vida de este Santo
Era un campesino de mente rústica, nacido en Dardilly, Francia, el 8 de mayo de 1786. Durante su infancia estalló la Revolución Francesa que persiguió ferozmente a la religión católica. Así que él y su familia, para poder asistir a misa tenían que hacerlo en celebraciones hechas a escondidas, donde los agentes del gobierno no se dieran cuenta, porque había pena de muerte para los que se atrevieran a practicar en público sulreligión. La primera comunión la hizo Juan María a los 13 años, en una celebración nocturna, a escondidas, en un pajar, a donde los campesinos llegaban con bultos de pasto, simulando que iban a alimentar sus ganados, pero el objeto de su viaje era asistir a la Santa Misa que celebraba un sacerdote, con grave peligro de muerte, si los sorprendían las autoridades.
Juan María deseaba ser sacerdote, pero a su padre no le interesaba perder este buen obrero que le cuidaba sus ovejas y le trabajaba en el campo. Además no era fácil conseguir seminarios en esos tiempos tan difíciles. Y como estaban en guerra, Napoléon mandó reclutar todos los muchachos mayores de 17 años y llevarlos al ejército. Y uno de los reclutados fue nuestro biografiado. Se lo llevaron para el cuartel, pero por el camino, por entrar a una iglesia a rezar, se perdió del gurpo. Volvió a presentarse, pero en el viaje se enfermó y lo llevaron una noche al hospital y cuando al día siguiente se repuso ya los demás se habían ido. Las autoridades le ordenaron que se fuera por su cuenta a alcanzar a los otros, pero se encontró con un hombre que le dijo. “Sígame, que yo lo llevaré a donde debe ir”. Lo siguió y después de mucho caminar se dio cuenta de que el otro era un desertor que huía del ejército, y que se encontraban totalmente lejos del batallón.
Y al llegar a un pueblo, Juan María se fue a donde el alcalde a contarle su caso. La ley ordenaba pena de muerte a quien desertara del ejército. Pero el alcalde que era muy bondadoso escondió al joven en su casa, y lo puso a dormir en un pajar, y así estuvo trabajando escondido por bastante tiempo, cambiándose de nombre, y escondiéndose muy hondo entre el pasto seco, cada vez que pasaban por allí grupos del ejército. Al fin en 1810, cuando Juan llevaba 14 meses de desertor el emperador Napoleón dio un decreto perdonando la culpa a todos los que se habían fugado del ejército, y Vianney pudo volver otra vez a su hogar.
Trató de ir a estudiar al seminario pero su intelecto era romo y duro, y no lograba aprender nada. Los profesores exclamaban: “Es muy buena persona, pero no sirve para estudiante No se le queda nada”. Y lo echaron.
Se fue en peregrinación de muchos días hasta la tumba de San Francisco Regis, viajando de limosna, para pedirle a ese santo su ayuda para poder estudiar. Con la peregrinación no logró volverse más inteligente, pero adquirió valor para no dejarse desanimar por las dificultades. El año siguiente, recibió el sacramento de la confirmación, que le confirió todavía mayor fuerza para la lucha; en él tomó Juan María el nombre de Bautista.
El Padre Balley había fundado por su cuenta un pequeño seminario y allí recibió a Vianney. Al principio el sacerdote se desanimaba al ver que a este pobre muchacho no se le quedaba nada de lo que él le enseñaba Pero su conducta era tan excelente, y su criterio y su buena voluntad tan admirables que el buen Padre Balley dispuso hacer lo posible y lo imposible por hacerlo llegar al sacerdocio.
Después de prepararlo por tres años, dándole clases todos los días, el Padre Balley lo presentó a exámenes en el seminario. Fracaso total. No fue capaz de responder a las preguntas que esos profesores tan sabios le iban haciendo. Resultado: negativa total a que fuera ordenado de sacerdote.
Su gran benefactor, el Padre Balley, lo siguió instruyendo y lo llevó a donde sacerdotes santos y les pidió que examinaran si este joven estaba preparado para ser un buen sacerdote. Ellos se dieron cuenta de que tenía buen criterio, que sabía resolver problemas de conciencia, y que era seguro en sus apreciaciones en lo moral, y varios de ellos se fueron a recomendarlo al Sr. Obispo. El prelado al oír todas estas cosas les preguntó: ¿El joven Vianney es de buena conducta? – Ellos le repondieron: “Es excelente persona. Es un modelo de comportamiento. Es el seminarista menos sabio, pero el más santo” “Pues si así es – añadió el prelado – que sea ordenado de sacerdote, pues aunque le falte ciencia, con tal de que tenga santidad, Dios suplirá lo demás”.
Y así el 12 de agosto de 1815, fue ordenado sacerdote, este joven que parecía tener menos inteligencia de la necesaria para este oficio, y que luego llegó a ser el más famoso párroco de su siglo (4 días después de su ordenación, nació San Juan Bosco). Los primeros tres años los pasó como vicepárroco del Padre Balley, su gran amigo y admirador.
Unos curitas muy sabios habían dicho por burla: “El Sr. Obispo lo ordenó de sacerdote, pero ahora se va a encartar con él, porque ¿a dónde lo va a enviar, que haga un buen papel?”.
Y el 9 de febrero de 1818 fue envaido a la parroquia más pobre e infeliz. Se llamaba Ars. Tenía 370 habitantes. A misa los domingos no asistían sino un hombre y algunas mujeres. Su antecesor dejó escrito: “Las gentes de esta parroquia en lo único en que se diferecian de los ancianos, es en que … están bautizadas”. El pueblucho estaba lleno de cantinas y de bailaderos. Allí estará Juan Vianney de párroco durante 41 años, hasta su muerte, y lo transformará todo.
El nuevo Cura Párroco de Ars se propuso un método triple para cambiar a las gentes de su desarrapada parroquia. Rezar mucho. Sacrificarse lo más posible, y hablar fuerte y duro. ¿Qué en Ars casi nadie iba a la Misa? Pues él reemplazaba esa falta de asistencia, dedicando horas y más horas a la oración ante el Santísimo Sacramento en el altar. ¿Qué el pueblo estaba lleno de cantinas y bailaderos? Pues el párroco se dedicó a las más impresionantes penitencias para convertirlos. Durante años solamente se alimentará cada día con unas pocas papas cocinadas. Los lunes cocina una docena y media de papas, que le duran hasta el jueves. Y en ese día hará otro cocinado igual con lo cual se alimentará hasta el domingo. Es verdad que por las noches las cantinas y los bailaderos están repletos de gentes de su parroquia, pero también es verdad que él pasa muchas horas de cada noche rezando por ellos. ¿Y sus sermones? Ah, ahí si que enfoca toda la artillería de sus palabras contra los vicios de sus feligreses, y va demoliendo sin compasión todas las trampas con las que el diablo quiere perderlos.
Cuando el Padre Vianney empieza a volverse famoso muchas gentes se dedican a criticarlo. El Sr. Obispo envía un visitador a que oiga sus sermones, y le diga que cualidades y defectos tiene este predicador. El enviado vuelve trayendo noticias malas y buenas.
El prelado le pregunta: “¿Tienen algún defecto los sermones del Padre Vianney? – Sí, Monseñor: Tiene tres defectos. Primero, son muy largos. Segundo, son muy duros y fuertes. Tercero, siempre habla de los mismos temas: los pecados, los vicios, la muerte, el juicio, el infierno y el cielo”. – ¿Y tienen también alguna cualidad estos sermones? – pregunta Monseñor-. “Si, tienen una cualidad, y es que los oyentes se conmueven, se convierten y empiezan una vida más santa de la que llevaban antes”.
El Obispo satisfecho y sonriente exclamó: “Por esa última cualidad se le pueden perdonar al Párroco de Ars los otros tres defectos”.
Los primeros años de su sacerdocio, duraba tres o más horas leyendo y estudiando, para preparar su sermón del domingo. Luego escribía. Durante otras tres o más horas paseaba por el campo recitándole su sermón a los árboles y al ganado, para tratar de aprenderlo. Después se arrodillaba por horas y horas ante el Santísimo Sacramento en el altar, encomendándo al Señor lo que iba decir al pueblo. Y sucedió muchas veces que al empezar a predicar se le olvidaba todo lo que había preparado, pero lo que le decía al pueblo causaba impresionantes conversiones. Es que se había preparado bien antes de predicar.
Pocos santos han tenido que entablar luchas tan tremendas contra el demonio como San Juan Vianney. El diablo no podía ocultar su canalla rabia al ver cuantas almas le quitaba este curita tan sencillo. Y lo atacaba sin compasión. Lo derribaba de la cama. Y hasta trató de prenderle fuego a su habitación . Lo despertaba con ruidos espantosos. Una vez le gritó: “Faldinegro odiado. Agradézcale a esa que llaman Virgen María, y si no ya me lo habría llevado al abismo”.
Un día en una misión en un pueblo, varios sacerdotes jovenes dijeron que eso de las apariciones del demonio eran puros cuentos del Padre Vianney. El párroco los invitó a que fueran a dormir en el dormitorio donde iba a pasar la noche el famoso padrecito. Y cuando empezaron los tremendos ruidos y los espantos diabólicos, salieron todos huyendo en pijama hacia el patio y no se atrevieron a volver a entrar al dormitorio ni a volver a burlarse del santo cura. Pero él lo tomaba con toda calma y con humor y decía: “Con el patas hemos tenido ya tantos encuentros que ahora parecemos dos compinches”. Pero no dejaba de quitarle almas y más almas al maldito Satanás.
Cuando concedieron el permiso para que lo ordenaran sacerdote, escribieron: “Que sea sacerdote, pero que no lo pongan a confesar, porque no tiene ciencia para ese oficio”. Pues bien: ese fue su oficio durante toda la vida, y lo hizo mejor que los que sí tenían mucha ciencia e inteligencia. Porque en esto lo que vale son las iluminaciones del Espíritu Santo, y no nuestra vana ciencia que nos infla y nos llena de tonto orgullo.
Tenía que pasar 12 horas diarias en el confesionario durante el invierno y 16 durante el verano. Para confesarse con él había que apartar turno con tres días de anticipación. Y en el confesionario conseguía conversiones impresionantes.
Desde 1830 hasta 1845 llegaron 300 personas cada día a Ars, de distintas regiones de Francia a confesarse con el humilde sacerdote Vianney. El último año de su vida los peregrinos que llegaron a Ars fueron 100 mil. Junto a la casa cural había varios hoteles donde se hospedaban los que iban a confesarse.
A las 12 de la noche se levantaba el santo sacerdote. Luego hacía sonar la campana de la torre, abría la iglesia y empezaba a confesar. A esa hora ya la fila de penitentes era de más de una cuadra de larga. Confesaba hombres hasta las seis de la mañana. Poco después de las seis empezaba a rezar los salmos de su devocionario y a prepararse a la Santa Misa. A las siete celebraba el santo oficio. En los últimos años el Obispo logró que a las ocho de la mañana se tomara una taza de leche.
De ocho a once confesaba mujeres. A las 11 daba una clase de catecismo para todas las personas que estuvieran ahí en el templo. Eran palabras muy sencillas que le hacían inmenso bien a los oyentes.
A las doce iba a tomarse un ligerísimo almuerzo. Se bañaba, se afeitaba, y se iba a visitar un instituto para jóvenes pobres que él costeaba con las limosnas que la gente había traido. Por la calle la gente lo rodeaba con gran veneración y le hacían consultas.
De una y media hasta las seis seguía confesando. Sus consejos en la confesión eran muy breves. Pero a muchos les leía los pecados en su pensamiento y les decía los pecados que se les habían quedado sin decir. Era fuerte en combatir la borrachera y otros vicios.
En el confesionario sufría mareos y a ratos le parecía que se iba a congelar de frío en el invierno y en verano sudaba copiosamente. Pero seguía confesando como si nada estuviera sufriendo. Decía: “El confesionario es el ataúd donde me han sepultado estando todavía vivo”. Pero ahí era donde conseguía sus grandes triunfos en favor de las almas.
Por la noche leía un rato, y a las ocho se acostaba, para de nuevo levantarse a las doce de la noche y seguir confesando.
Cuando llegó a Ars solamente iba un hombre a misa. Cuando murió solamente había un hombre en Ars que no iba a misa. Se cerraron muchas cantinas y bailaderos.
En Ars todos se sentían santamente orgullosos de tener un párroco tan santo. Cuando él llegó a esa parroquia la gente trabajaba en domingo y cosechaba poco. Logró poco a poco que nadie trabajara en los campos los domingos y las cosechas se volvieron mucho mejores.
Siempre se creía un miserable pecador. Jamás hablaba de sus obras o éxitos obtenidos. A un hombre que lo insultó en la calle le escribió una carta humildísima pidiendole perdón por todo, como si el hubiera sido quién hubiera ofendido al otro. El obispo le envió un distintivo elegante de canónigo y nunca se lo quiso poner. El gobierno nacional le concedió una condecoración y él no se la quiso colocar. Decía con humor: “Es el colmo: el gobierno condecorando a un cobarde que desertó del ejército”. Y Dios premió su humildad con admirables milagros.
El 4 de agosto de 1859 pasó a recibir su premio en la eternidad.
Fue beatificado el 8 de enero de 1905 por el Papa San Pío X, y canonizado por S.S. Pío XI el 31 de mayo de 1925.
Fuente: EWTN.com

La Transfiguración, la Cruz martirial y pascual, el don de la fortaleza, el tiempo propicio o kairós de la Misericordia.

La Transfiguración del Señor.

Nos preparamos para a la celebración de la “Transfiguración” del Señor, el 6 de agosto. Posee todo el significado del resplandor de Cristo verdadero Dios y verdadero Hombre, resplandeciente y teniendo junto a Si a Moisés (por la plenitud de la Ley) y a Elías (por el profetismo y la Unción).

Jesús preparó a los Apóstoles, los fortaleció con la visión de su gloria, “re-haciendo” -podemos decir- la “mirada” de ellos, para que no desfallecieran ante el escándalo -skándalon- de la Cruz, y que ésta deviniera “Cruz Pascual” en sus corazones, a su debido tiempo y con la acción del Espíritu.

Preparémonos para recibir, nosotros también, “transfiguración” de nuestras vidas, con el don de la fortaleza, que es del Espíritu Santo, que es don de mansedumbre y clemencia, templanza dada por el Fuego del Espíritu en los corazones nuestros, a veces tan heridos, tan lastimados.

“Lo nuevo” del cristianismo es “siempre” nuevo y a la vez renovador, siempre hacedor de creaturas nuevas en el Espíritu… Tengamos esperanza, siempre y bajo todas las circunstancias de la vida.

Este 6 de agosto, el día de la Transfiguración del Señor, se cumplen 35 años de la muerte del venerable siervo de Dios el Papa Pablo VI, quien llevó a buen término el Concilio Vaticano II. Roguemos en especial en ese día por una renovación continua en el Espíritu, en el Amor, en la profundización y expansión en nuestras historia del ser “un pueblo mesiánico”, Pueblo de Dios, el Cuerpo de Cristo que vive, experimentando cada día más nuestra gozosa pertenencia a Ecclesiam suam… “Su Iglesia”, la del Señor, Iglesia en la cual podemos fiarnos, porque en la Cruz luminosa de Cristo está todo el Amor de Dios, su inmensa misericordia, y es éste el “tiempo”, la época, de la Misericordia. El venerable Siervo de Dios Pablo VI, pienso que pudo haber intuido el kairós de la Misericordia cuando hacía referencia a “la civilización del amor”.

Y respecto del efecto de la Cruz nuestras vidas, reitero la profundidad e iluminación de las palabras del Papa Francisco en su discurso el día de la Via Crucis con los jóvenes, en Río de Janeiro, del cual extracto algunos parágrafos:

“Nadie puede tocar la Cruz de Jesús sin dejar en ella algo de sí mismo y sin llevar consigo algo de la cruz de Jesús a la propia vida.

(…)

“Una antigua tradición de la Iglesia de Roma cuenta que el apóstol Pedro, saliendo de la ciudad para huir de la persecución de Nerón, vio que Jesús caminaba en dirección contraria y enseguida le preguntó: “Señor, ¿adónde vas?”. La respuesta de Jesús fue: “Voy a Roma para ser crucificado de nuevo”.

En aquel momento, Pedro comprendió que tenía que seguir al Señor con valentía, hasta el final, pero entendió sobre todo que nunca estaba solo en el camino; con él estaba siempre aquel Jesús que lo había amado hasta morir en la Cruz”.

(…)

En la Cruz de Cristo está el sufrimiento, el pecado del hombre, también el nuestro, y Él acoge todo con los brazos abiertos, carga sobre su espalda nuestras cruces y nos dice: ¡Ánimo! No la llevas tú solo. Yo la llevo contigo y yo he vencido a la muerte y he venido a darte esperanza, a darte vida (cf. Jn 3,16).

(…)

¿Qué ha dejado la Cruz en los que la han visto, en los que la han tocado? ¿Qué deja en cada uno de nosotros? Deja un bien que nadie más nos puede dar: la certeza del amor indefectible de Dios por nosotros. Un amor tan grande que entra en nuestro pecado y lo perdona, entra en nuestro sufrimiento y nos da fuerza para sobrellevarlo, entra también en la muerte para vencerla y salvarnos.

En la Cruz de Cristo está todo el amor de Dios, su inmensa misericordia. Y es un amor del que podemos fiarnos, en el que podemos creer”.

(DISCURSO DEL PAPA FRANCISCO EN VÍA CRUCIS con los jóvenes en JMJ Río 2013, RÍO DE JANEIRO, 26 Jul. 13) 

¡Vayan! Jesucristo cuenta con ustedes, la Iglesia cuenta con ustedes, el Papa cuenta con ustedes

Tomado de: http://www.news.va/es/news/vayan-jesucristo-cuenta-con-ustedes-la-iglesia-cue


2013-07-28 Radio Vaticana

(RV).- (Con Audio) Fue el mandato que el Papa Francisco transmitió a más de tres millones de jóvenes el domingo por la mañana en la Santa Misa de clausura de la XXVIII Jornada Mundial de la Juventud de Río, recordando la palabra de Dios que hoy nos indica: “Vayan”, “sin miedo”, “para servir”. El Obispo de Roma precisó que a donde nos envía Jesús no hay fronteras, no hay límites: nos envía a todos. El Evangelio no es para algunos sino para todos, precisó el Santo Padre. “No es sólo para los que nos parecen más cercanos, más receptivos, más acogedores. Es para todos. No tengan miedo de ir y llevar a Cristo a cualquier ambiente, hasta las periferias existenciales, también a quien parece más lejano, más indiferente.” El Señor busca a todos, quiere que todos sientan el calor de su misericordia y de su amor. “Quisiera que este mandato de Cristo: “Vayan”, resonara en ustedes jóvenes de la Iglesia en América Latina, comprometidos en la misión continental promovida por los obispos. Brasil, América Latina, el mundo tiene necesidad de Cristo”.
Homilía del Papa
(Audio)  Queridos hermanos en el episcopado y en el sacerdocio,
Queridos jóvenes
«Vayan y hagan discípulos a todos los pueblos». Con estas palabras, Jesús se dirige a cada uno de ustedes diciendo: «Qué bueno ha sido participar en la Jornada Mundial de la Juventud, vivir la fe junto a jóvenes venidos de los cuatro ángulos de la tierra, pero ahora tú debes ir y transmitir esta experiencia a los demás». Jesús te llama a ser un discípulo en misión. Hoy a la luz de la palabra de Dios que acabamos de oír, ¿Qué nos dice hoy el Señor? ¿Qué nos dice hoy el Señor? Tres palabras: Vayan, sin miedo, para servir.
1. Vayan. Durante estos días aquí en Río, ustedes han podido hacer la bella experiencia de encontrar a Jesús y de encontrarlo juntos, sintiendo la alegría de la fe. Pero la experiencia de este encuentro no puede quedar encerrada en la vida de ustedes, o en el pequeño grupo de la parroquia, del movimiento o de la comunidad de ustedes. Sería como quitarle el oxígeno a una llama que arde. La fe es una llama que se hace más viva cuanto más es compartida, transmitida, para que todos puedan conocer, amar y profesar a Jesucristo, que es el Señor de la vida y de la historia (cf. Rm 10,9).
Pero ¡cuidado! Jesús no ha dicho: si quieren, si tienen tiempo, ¡Vayan!, sino que dijo: «Vayan y hagan discípulos a todos los pueblos». Compartir la experiencia de la fe, dar testimonio de la fe, anunciar el evangelio es el mandato que el Señor confía a toda la Iglesia, también a ti; es un mandato que no nace de la voluntad de dominio, de la voluntad de poder, sino de la fuerza del amor, del hecho que Jesús ha venido antes a nosotros y nos ha dado, no nos dio algo de sí, sino se nos dio todo Él. Ha dado su vida para salvarnos y mostrarnos el amor y la misericordia de Dios. Jesús no nos trata como a esclavos, sino como a hombres libres, amigos, hermanos; y no sólo nos envía, sino que nos acompaña, está siempre a nuestro lado en esta misión de amor.
¿Para dónde nos envía Jesús? No hay fronteras, no hay límites: nos envía para todas las personas. El evangelio es para todos, y no para algunas personas. No es sólo para aquellos que parecen más cercanos a nosotros, más abiertos, más acogedores. Es para todas las personas. No tengan miedo de ir y llevar a Cristo a todos los ambientes, hasta las periferias existenciales, incluidos aquellos que parecen más distantes, más indiferentes. El Señor busca a todos, quiere que todos sientan el calor de su misericordia y de su amor.
De forma especial, quisiera que este mandato de Cristo: «Vayan», resonara en ustedes jóvenes de la Iglesia en América Latina, comprometidos en la misión continental promovida por los obispos. El Brasil, América Latina, el mundo necesita de Cristo. San Pablo dice: «¡Ay de mí si no anuncio el evangelio!» (1 Co 9,16). Este continente ha recibido el anuncio del Evangelio, que marcó su camino y produjo mucho fruto. Ahora este anuncio se les ha confiado también a ustedes, para que resuene con fuerza renovada. La Iglesia necesita de ustedes, del entusiasmo, de la creatividad y de la alegría que los caracteriza. Un gran apóstol de Brasil, el beato José de Anchieta, partió en misión cuando tenía apenas diecinueve años! ¿Saben cuál es el mejor medio para evangelizar a los jóvenes? Otro joven. Éste es el camino a recorrer por ustedes.
2. Sin miedo. Puede que alguno piense: «No tengo ninguna preparación especial, ¿cómo puedo ir y anunciar el evangelio?». Querido amigo, tu miedo no se diferencia mucho del de Jeremías. Escuchamos en la lectura recién, cuando fue llamado por Dios para ser profeta: «¡Ay, Señor, Dios mío! Mira que no sé hablar, que sólo soy un niño». También Dios les dice a ustedes lo que dijo a Jeremías: «No les tengas miedo, que yo estoy contigo para librarte» (Jr 1,6.8). Él está con nosotros.
«No tengan miedo». Cuando vamos a anunciar a Cristo, es Él mismo el que va por delante y nos guía. Al enviar a sus discípulos en misión, ha prometido: «Yo estoy con ustedes todos los días» (Mt 28,20). Y esto es verdad también para nosotros. Jesús no nos deja solos, ¡nunca deja solo a nadie! ¡Nos acompaña siempre!
Además Jesús no dijo: «Andá», sino «Vayan»: somos enviados juntos. Queridos jóvenes, sientan la compañía de toda la Iglesia, y también la comunión de los santos, en esta misión. Cuando juntos hacemos frente a los desafíos, entonces somos fuertes, descubrimos recursos que pensábamos que no teníamos. Jesús no ha llamado a los apóstoles para que vivan aislados, los ha llamado a formar un grupo, una comunidad. Quisiera dirigirme también a ustedes, queridos sacerdotes que concelebran conmigo esta Eucaristía: han venido para acompañar a sus jóvenes, y es bonito compartir esta experiencia de fe. Seguro que los ha rejuvenecidos a todos. ¡El joven contagia juventud! Pero es una etapa en el camino. Por favor, sígan acompañándolos con generosidad y alegría, ayúdenlos a comprometerse activamente en la Iglesia; que nunca se sientan solos. Y aquí quiero agradecer de corazón a los grupos de pastoral juvenil, a los movimientos y nuevas comunidades que acompañan a los jóvenes en su experiencia de ser Iglesia, tan creativos, tan audaces. ¡Sigan adelante y no tengan miedo!
3. La última palabra: para servir. En el inicio del salmo que proclamado escuchamos estas palabras: «Canten al Señor un cántico nuevo» (95,1). ¿Cuál es este cántico nuevo? No son palabras, no es una melodía, sino que es el canto de nuestra vida, es dejar que nuestra vida se identifique con la Vida de Jesús, es tener sus sentimientos, sus pensamientos, sus acciones. Y la vida de Jesús es una vida para los demás. La vida de Jesús es una vida para los demás, es una vida de servicio.
San Pablo, en la lectura que escuchamos hace poco, decía: «Me hice esclavo de todos, a fin de ganar el mayor número posible» (1 Co 9,19). Para anunciar a Jesús, Pablo se hizo «esclavo de todos». Evangelizar significa testimoniar personalmente el amor de Dios, significa superar nuestros egoísmos, significa servir inclinándonos a lavar los pies de nuestros hermanos como hizo Jesús.
Tres palabras: “Vayan, sin miedo, para servir”. Siguiendo estas tres palabras “Vayan, sin miedo, para servir”, experimentarán que quien evangeliza es evangelizado, quien transmite la alegría de la fe, recibe más alegría. Queridos jóvenes, cuando vuelvan a sus casas, no tengan miedo de ser generosos con Cristo, de dar testimonio del Evangelio. En la primera lectura, cuando Dios envía al profeta Jeremías, le da el poder para «arrancar y arrasar, para destruir y demoler, para reedificar y plantar» (Jr 1,10). También es así para ustedes. Llevar el Evangelio es llevar la fuerza de Dios para arrancar y arrasar el mal y la violencia; para destruir y demoler las barreras del egoísmo, la intolerancia y el odio; para edificar un mundo nuevo. Queridos jóvenes, ¡Jesucristo cuenta con ustedes! ¡La Iglesia cuenta con ustedes! ¡El Papa cuenta con ustedes! Que María, Madre de Jesús y Madre nuestra, les acompañe siempre con su ternura: «Vayan y hagan discípulos a todos los pueblos». Amén (RC-RV)

El Obispo Mons. Oscar Sarlinga estuvo con el Papa Francisco en Roma

El Obispo de Zárate-Campana, Mons. Oscar Sarlinga, estuvo en el Vaticano con el Papa Francisco, en la audiencia del miércoles 26 de junio, la última luego de comenzar el verano en el hemisferio norte hasta que se retome luego del período estival.
En medio de la plaza desbordada de fieles, y también la Via della Conciliazione, el Papa argentino hizo su ingreso recorriendo los distintos lugares para poder saludar a la gente, hasta llegar al atrio de la Basílica, donde lo esperaban los cardenales y Obispos.
Mons. Oscar Sarlinga mencionó que le pidió al Papa Francisco que tuviera especialmente en su oración a la diócesis de Zárate-Campana, con todos sus partidos, Zárate, Campana, Escobar, Pilar, Exaltación de la Cruz,San Antonio de Areco y Baradero, en especial a los más necesitados, a los pobres, los sufrientes, y a todos. También dijo el Obispo que le agradeció personalmente a Francisco por su sentido de la clemencia y de la misericordia, y por ser el Papa "de la Misericordia divina", que manifestaba en su relación con el Pueblo de Dios.
Ese día el Papa Francisco dio su catequesis sobre una de las imágenes de la Iglesia que menciona el Concilio Vaticano II, la imagen del templo. Así, mencionó el Papa Francisco, "La palabra templo hace pensar en un edificio, en una construcción; recuerda el gran Templo de Salomón, lugar donde el pueblo de Israel se encontraba con Dios; imagen que por la... fuerza del Espíritu Santo se realiza en la Iglesia como “casa de Dios”, lugar de su presencia. Si aquel antiguo templo fue edificado por los hombres, Dios, por la encarnación de su Hijo, “construye su casa” para habitar en medio de nosotros. Así, Cristo es el Templo vivo del Padre, él mismo edifica su “casa espiritual”, no hecha de piedras materiales, sino de “piedras vivas”, que somos nosotros".

Luego de viva voz dijo que el Espíritu Santo estaba en la Iglesia como "Pueblo de Dios" y exhortó a que todos los cristianos nos hiciéramos estas preguntas:. ¿Cómo vivimos nuestro ser Iglesia? ¿Somos piedras vivas o, por el contrario, somos, por así decir, piedras cansadas, aburridas, indiferentes? ¿Nos abrimos a la acción del Espíritu Santo para ser parte activa de nuestra comunidad o nos cerramos en nosotros mismos, diciendo: “tengo tantas otras cosas que hacer, y no es mi obligación”?.
El Papa continuó luego con los saludos a los peregrinos de lengua española, en particular a los grupos provenientes de España, Argentina, Bolivia, Colombia, México y los demás países latinoamericanos.

El Papa en la homilía de SANTA MARTA: "Ser cristiano es un llamado de amor "

Tomado el 25 de junio de 2013 de pagina de Facebook de Mons. Oscar D. Sarlinga

Este párrafo de la homilía de hoy en Santa Marta toca de lleno el corazón: "Essere cristiano è una chiamata di amore, di amicizia; una chiamata a diventare figlio di Dio, fratello di Gesù; a diventare fecondo nella trasmissione di questa chiamata agli altri; a diventare strumenti di questa chiamata. Ci sono tanti problemi, tanti problemi; ci sono momenti difficili: Gesù ne ha passati tanti! Ma sempre con quella sicurezza: ‘Il Signore mi ha chiamato. Il Signore è come me. Il Signore mi ha promesso’”. Traducción: "Ser cristiano es un llamado de amor, de amistad, una llamada a convertirse en un hijo de Dios, hermano de Jesús, para ser fecundo en la transmisión de esta convocatoria a los demás, a ser instrumentos de esta convocatoria hay tantos problemas, muchos problemas.; Hay momentos difíciles, Jesús ha pasado muchas! Pero siempre con la confianza: "El Señor me ha llamado. El Señor es como yo. El Señor me ha prometido."

 

A la manera de JUAN EL BAUTISTA, discirnamos los "llamados". A Ser cristiano es un "LLAMADO" nos ha dicho hoy el Papa Francisco en su homilia matutina. Este llamado, de Dios que es fiel, puede traer en nosotros, que somos muy frágiles, diversas preguntas. Hasta Juan el Bautista, estando en la cárcel y en medio de dudas e incluso angustia, "llamó" a sus discipulos para que fueran a preguntarle a Jesùs si era "él" o debian esperar a otro.

Jesús le respondiò con los "signos mesiánicos": "los ciegos ven, los sordos oyen, los pobres son evangelizados...". Más que con un "egò eimì"... Yo soy... Le dio los signos. Y Juan en el acto vio y creyó. La Palabra de Jesùs fue "DeBAR" (como en la Biblia) para Juan.
Nosotros tenemos lìmites, adolecemos de limitaciones y muchas veces no vemos, o "no queremos ver", porque pareciera que "tuvièramos miedo" a que Dios haga maravillas, "en el otro", o "en nosotros". Miedo, miedo. Podrìamos hablar de una especie de "temor a la misericordia"?. Pero Dios nos ayuda si nos dejamos ayudar, si somos humildes. Màs uno "avanza" si se puede decir asì, en la vida espiritual, màs se da cuenta de cuànto pudimos "no ver", "no discernir", "no dar los buenos signos", cuànto pudimos "co-laborar" (en un modo u otro o en mayor o menor medida) a la confusiòn en vez de a que se haga la luz. Dios es màs GRANDE. En nuestra pobreza, en nuestra fragilidad, un "egò eimì" sólo puede darse sostenido enteramente por Cristo, "todo es gracia", y cada uno "segùn su vocaciòn y elecciòn" como nos lo dice San Pablo. El camino que tenga que ser, serà, si somos dòciles. Y lo que en su Misericordia inmensa Dios quiera, dejèmoselo a èl... Queramos aceptar, sì, el vivir los signos del Mesìas Salvador en nuestra vida. La "Mujer del Sì", del "Fiat", la escuchante, la fiel, nos haga exultar de gozo en la voluntad de Dios (sea lo que sea, Padre...) como hizo exultar al bebé Juan en el vientre de su madre, la anciana Isabel.
— en Bautisterio de Juan el Bautista.

La diócesis de Zárate-Campana festejó el día del periodista y del comunicador social y presentó la colecta anual de Caritas

Los periodistas celebraron su jornada y asistieron a la presentación oficial de la campaña de la colecta nacional de Cáritas en la diócesis de Zárate-Campana el jueves 6 de junio, en el colegio “María, Madre Nuestra” en la localidad de Manuel Alberti, partido de Pilar. Al encuentro asistieron mas de 400 personas, que fueron recibidos por la orquesta del colegio que interpretó algunos temas populares. Entre los invitados se encontraban alumnos de sexto año del colegio “María, Madre Nuestra” y del terciario que funciona en el mismo establecimiento. Es por ésto que la jornada comenzó con la bienvenida de parte del Prof. Héctor Milla, director de dicho colegio, quien agradeció a todos su presencia y destacó el rol de la institución en la búsqueda vocacional de los adolescentes y jóvenes.

Al agasajo dedicado a los periodistas acudieron comunicadores de importantes medios nacionales, zonales y locales. Asimismo se hizo presente Héctor “Tito” Garabal, importante periodista, especialmente conocido por el ciclo “Claves para un mundo mejor” que conduce hace mas de 20 años en TV abierta nacional. El periodista, también responsable de Prensa de Cáritas Buenos Aires desde 1982, brindó una plática acerca de la necesidad de comunicar en “verdad, bondad y belleza”, como nos pide el Papa Francisco.

Tito Garabal destacó la importancia de la comunicación en la Iglesia y del ejemplo que en éste ámbito nos da el Papa Francisco, quien diariamente nos enseña a comunicar el Evangelio a todo el mundo con el modelo de vida cristiana. El periodista felicitó y agradeció la iniciativa del agasajo, junto con la presentación de la campaña de la colecta nacional de Cáritas en la diócesis de Zárate–Campana y el desarrollo éstas actividades en el marco de un colegio con sus alumnos como invitados especiales.

En éste marco fue presentada la colecta nacional de Cáritas en la diócesis de Zárate–Campana que se realizará el próximo 8 y 9 de junio. Para éste propósito se mostró a los invitados un corto que puede verse a continuación y fue filmado en barrios marginales de la ciudad de Zárate y pertenecientes a la Parroquia José Obrero, donde asistieron Mons. Oscar Sarlinga, obispo diocesano de Zárate–Campana, y Mons. Ariel Pérez, vicario general y vicepresidente de Cáritas en la diócesis. Allí se desarrollan importantes tareas de caridad de parte de toda la comunidad y gracias al importante compromiso de muchos hombres y mujeres de bien, con el acompañamiento del Padre Carlos Barbero. Los protagonistas del video contaron la tarea que realizan para mejorar la calidad de vida de los habitantes, especialmente de los niños y jóvenes mas necesitados, como el desarrollo de comedores, apoyo escolar, práctica de deportes, clases de danza, talleres de costura, de panificación, de odontología, etc.
El obispo Mons. Oscar Sarlinga, en sus breves palabras, dijo que nuestra sociedad, y cada uno de nosotros, necesitamos una “transfiguración” (y, con sencillez y comprensiblemente, explicó lo que eso significa). También señaló el ícono del tríptico de Aparecida haciendo referencia al “compartir en el discipulado”, todos, todos sin excepción, sin creernos más que nadie, sin competir con nadie.
Palabras de Mons. Oscar Sarlinga en el día del periodista y presentación de la colecta de Cáritas:
Mons. Ariel Pérez, vicario general de la diócesis de Zárate–Campana y vice-presidente de Cáritas en ésa diócesis, recordó la experiencia de las inundaciones en San Antonio de Areco en 2009 y recordó que “Cáritas somos todos”, por lo que es necesario el compromiso de toda la iglesia en la “construcción del reino del amor”.

Finalmente, el diácono Francisco Liaudat compartió su experiencia de trabajo en Cáritas y resaltó que “hoy los jóvenes tienen varias ofertas al alcance de la mano, en la esquina, en la calle.

Muchas de ellas deshumanizan, les roban la dignidad. Cáritas en el trabajo y fuerza del testimonio de los jóvenes, quiere ser respuesta desde el compromiso para transformar esa realidad.
Tras las palabras de despedida del periodista José Cuello, conductor del evento, los comunicadores invitados pudieron disfrutar de un ágape especialmente preparado por los mismos alumnos del colegio “María, Madre Nuestra” en agradecimiento por la importante labor que todos los días realizan en la búsqueda y comunicación de la verdad.

Véase la noticia en portada, junto con fotografías, de la nueva página web

http://www.obispadodezaratecampana.org/

El Obispo Mons. Oscar Sarlinga puso en posesión al nuevo cura párroco de Exaltación de la Cruz

Este domingo 26 de mayo, en la solemnidad de la Santísima Trinidad, tomó posesión de su oficio pastoral de cura párroco de la Exaltación de la Cruz el Pbro. Pablo Iriarte, quien fue puesto en su cargo por el Obispo diocesano de Zárate-Campana, Mons. Oscar Sarlinga.

 La parroquia de la Exaltación de la Cruz es una de las más antiguas de la provincia de Buenos Aires, y surgió como una vice-parroquia desprendida de la parroquia-madre de San Antonio de Areco. A la vez, la primera capilla y vice-parroquia dio origen al poblado, y actual pequeña y bella ciudad. Actualmente en el partido de Exaltación de la Cruz existen dos jurisdicciones parroquiales, la misma llamada del “Cristo de la Exaltación de la Cruz” en la ciudad cabecera de Capilla del Señor (que abarca también las capillas de Parada Robles y la nueva de Jesús Misericordioso) y la de la Sagrada Familia, en Los Cardales (parroquia compartida entre los partidos de Exaltación de la Cruz y Campana). También incluye varios pueblos internos al partido, tales como Chenaux y Diego Gaynor, donde se cuenta con la capilla de San Cayetano, y otros.
A la ceremonia, presidida por Mons. Oscar Sarlinga, asistieron familiares del nuevo cura párroco, entre ellos su hermana y su hermano, y numerosos amigos y feligreses de Campana y otras ciudades, pues el Padre Iriarte hasta ahora se desempeñaba como capellán interno de la iglesia catedral de Santa Florentina, y asimismo como delegado para la pastoral carcelaria y capellán de la unidad carcelaria de Baradero (encargos en los que continúa su misión). Se vio numeroso clero presente, entre los cuales el provicario general, Mons. Santiago Herrera, el párroco saliente, Pbro. Walberto Morales (quien pasa con carácter de “capellán castrense” a dicho ordinariato y comienza su misión en la provincia de Córdoba) y el decano de Pilar (del que forma parte Capilla del Señor) el Pbro. Oscar Iglesias, entre otros. También asistieron para acompañarlo numerosos diáconos permanentes, así como el diácono en camino al sacerdocio, Francisco Liaudat, adscripto a la iglesia catedral. También seminaristas, feligresía de la parroquia, amigos y compañeros de las distintas parroquias diocesanas, amigos y compañeros del ámbito de la psicología, pues el Padre Pablo Iriarte es licenciado en psicología por la Universidad del Salvador, y asimismo ha realizado numerosos cursos de postgrado. No faltó la presencia de voluntarios de la pastoral carcelaria, y por parte del Municipio se tuvo la presencia oficial del secretario de cultura del mismo, no pudiéndose hacer presente ese domingo el Sr. Intendente, quien envió al mencionado representante.
La homilía de Mons. Oscar Sarlinga se centró en torno a un eje temático que incluyó a “la analogía psicológica” que hace San Agustín acerca de la Santísima Trinidad, al contenido del Ángelus del Papa Francisco de esa misma mañana, en la que instó a ver la Trinidad en el Rostro de Cristo, y a una reflexión sobre la espiritualidad del Rostro de Cristo, y de la “mirada” desde una perspectiva “ignaciana” para lo cual aprovechó de una efigie del rostro de Cristo esculpida en uno de los espléndidos altares laterales de la iglesia. Dijo que de la mirada surge “el yo profundo”, y desde allí mencionó que si bien era propio de saber el catecismo el tener una mirada “teológica” sobre la Trinidad, no menos es una mirada “existencial” en nuestras vidas, que parta desde la perspectiva de contar nosotros “con la imagen de Dios en el hombre” y llegue hasta nuestra vida cotidiana, nuestro “caminar existencial”, nuestro “proactivo obrar”, nuestro “mirar hacia adelante”, añadiendo que una parroquia, como “comunidad de comunidades” -conforme a lo dicho en el Documento de Puebla- “ha de integrar, respetando las legítimas diversidades, potenciar, evangelizar, poner en obra la célebre tríada “culto-catequesis-caridad con dimensión social” y sobre todo -añadió- por participación de lo divino que Dios nos da por su gracia, el “diseñar, construir y arquitecturar” un humanismo realmente cristiano, trascendente, integral, solidario, que genere la anhelada inclusión, de manera que “toda Exaltación de la Cruz” camine a convertirse en “familia de Dios y Casa de todos”. Dijo también que la gracia de contar con ese “Cristo crucificado”, mucho más allá que el valor artístico (que no es menor, por ser de la escuela del Cano, el escultor del rey Carlos III, que dotó de no poca imaginería religiosa a la Basílica del Pilar, en Buenos Aires), era la gracia de “la espiritualidad del Corazón crístico, pastoral, y de la espiritualidad de las llagas”, pero -acotó- no era el momento para referirse puntualmente a eso en la homilía. “Se lo dejo para una reflexión y para una profundización, que nos lleve a ver cómo podemos trasuntar esa espiritualidad en la caridad concreta, no menos en su dimensión de solidaridad para con los más pobres y con los que sufren”. Al momento de ponerlo “en la sede pastoral” el Obispo le recordó al párroco que no existe “el presidir” a no ser que lo vemos como “el servir, el estar al servicio, el ser promovido a lavar los pies a los discípulos, como la imagen que nos presenta el Evangelio según San Juan. Esa es una realidad que hemos de incorporar a nuestra vida espiritual y pastoral, porque es la realidad más profunda de todo encargo que recibimos en la Iglesia” añadió Mons. Sarlinga.
Cabe recordar que la ciudad de Capilla del Señor, en el partido de Exaltación de la Cruz, el 4 de mayo ppdo. ofició como sede diocesana de las fiestas patronales itinerantes, donde desde hace 7 años se congrega la feligresía de la diócesis de Zárate-Campana. En el contexto del Año de la Fe, tanto la Jornada Pastoral como las celebraciones se hicieron con el lema “Feliz de Ti por Haber Creído”. En esa oportunidad, ante una asistencia que se calculó en  2.000 personas, muchos de ellos jóvenes, el obispo de Zárate-Campana, monseñor Oscar Sarlinga, encabezó la procesión con la imagen de la Virgen de Luján por las calles de la ciudad, de la que participaron autoridades municipales y numerosos peregrinos llegados desde otros lugares de la diócesis. Precisamente en el atrio de la iglesia parroquial, el Obispo presidió la Santa Misa, concelebrada entonces por 50 sacerdotes. La “Jornada pastoral” (de Caritas, Catequesis, Pastoral carcelaria, Juventud universitaria y trabajadora, y otras áreas) dejó un influjo notable en la misma Capilla del Señor, que se prepara con sus grupos apostólicos para la “Misión Joven”, acontecimiento que incorporará a Exaltación de la Cruz como el último anillo de conjunción del “Septenario Patronal-Misional-Juvenil” que surgió del Plan Pastoral diocesano.
Al término de la Misa el Padre Pablo Iriarte dirigió unas emotivas palabras, y luego el Obispo pidió a todos los sacerdotes que se unieran a impartir la bendición solemne, que en este Año de la Fe tiene indulgencia plenaria en la iglesia de la Exaltación de la Cruz.



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